Columna de opinión publicada por el diario El Cronista.
Daniel Filmus
Secretario de Asuntos Relativos a las Islas Malvinas de la Cancillería
El discurso de la Presidenta Cristina Fernández de Kirchner en la apertura del 133º periodo de sesiones ordinarias del Congreso Nacional permitió observar las enormes diferencias que existen entre la Argentina actual y el país convaleciente y expectante en el cual Néstor Kirchner dio su primera alocución frente a la Asamblea Legislativa hace casi 12 años.
Estas diferencias fueron expuestas por Cristina en su exhaustivo balance de gestión, donde se rindió cuenta de los enormes avances que vivió el país en materia de desarrollo económico, político y social.
Se pueden verificar estas conquistas en la trascendental ampliación de derechos que vivieron todos los argentinos en estos años. Derechos básicos como los vinculados a la vida, la alimentación, la salud, la educación, el trabajo y la vivienda. Derechos humanos que implican el fin de la impunidad a los genocidas de la dictadura, la democratización de la libertad de expresión, la igualdad de género, el respeto irrestricto por las minorías, entre otros. Pero también Cristina enfatizó en los avances que se lograron en dirección a la reconstrucción de un Estado que vuelve a tener las condiciones de intervenir activamente en la economía, la infraestructura y en las políticas públicas para garantizar derechos tan importantes como la movilidad ascendente, la igualdad social y la posibilidad de planificar un futuro de dignidad para todas las familias. Un Estado cuyo desendeudamiento le da la capacidad de definir con autonomía sus políticas económicas y su inserción regional y global.
Sin lugar a dudas, las asignaturas pendientes planteadas no son pocas. Pero la mirada que expresó la Presidenta, desde las políticas de Estado y no desde los calendarios electorales, permite prever que las mismas podrán ser abordadas por futuros gobernantes.
La autoridad y la solidez con las que se refirió al papel de la justicia, a la causa de la AMIA y la Embajada de Israel y la reciente resolución de la Corte Suprema respecto a las violaciones de derechos humanos en Malvinas, pusieron de manifiesto la enorme envergadura de los problemas aún no resueltos y el nefasto rol que las corporaciones y la intromisión de intereses extranjeros cumplen en nuestro país. El coraje y la decisión con los que Néstor y Cristina los enfrentaron desde el gobierno es la razón fundamental de los continuos ataques que sufrieron en estos años.
Finalmente, Cristina se refirió a las incomodidades que tendrán los futuros gobernantes que surjan a partir de las elecciones de octubre. Por supuesto, no son comparables con las que heredó el gobierno que asumió en la devastada Argentina del año 2003. Las incomodidades provendrán principalmente de una voluntad popular que, empoderada por todo lo conquistado, estará decidida a continuar avanzando por el camino de la transformación del modelo productivo para la generación de un proyecto de país industrial basado en la educación, la ciencia y el trabajo, cuyos beneficios se distribuyan entre todos los argentinos. Quienes siguieron las palabras de Cristina desde la plaza y los millones que lo hicieron desde sus hogares beneficiados por las políticas de derechos llevadas adelante en estos doce años, serán la garantía de la continuidad del cambio.