Nota de opinión publicada en Infobae.
La audiencia pública de la Comisión de Cultura de la Cámara de Diputados para tratar la creación del Instituto Nacional del Libro Argentino (INLA) puso en evidencia la necesidad de contar con una institución que se dedique a la promoción del libro y la lectura y que fortalezca, desde una perspectiva federal, la industria del libro nacional. En la audiencia, los representantes de las cámaras del sector y todos los integrantes de la cadena de valor del libro expresaron la dramática situación que están viviendo.
Los datos nos muestran una realidad preocupante. La cantidad de ejemplares impresos en 2018 cayó 17% frente al año anterior y se redujo a un tercio en comparación con 2014. Este derrumbe en la producción de libros implica que la industria gráfica local pasó de imprimir más de 142 millones de ejemplares en 2014, a 63 millones en 2016, 51 millones en 2017 y apenas 43 millones en 2018.
Sin embargo, también hubo consenso acerca de que la crisis actual es parte de un largo y profundo declive de la edición argentina, que a mediados del siglo pasado vivió su «época de oro» y llegó a convertir a nuestro país en el mayor productor de libros en lengua española. Durante este proceso de deterioro, las sucesivas crisis no solo condujeron al cierre de editoriales y librerías, y a la pérdida de numerosos empleos altamente calificados, sino a disminuir la presencia de la literatura argentina en el mundo. Es que la del libro, una de las industrias culturales más emblemáticas del país y una de las que más empleos moviliza, con mayor valor agregado, no ha sido beneficiada por políticas públicas sostenidas, a diferencia de otras naciones con tradiciones intelectuales y literarias análogas a las de Argentina que han consolidado su industria editorial.
Quedó claro en la audiencia pública que, si bien la crisis actual enfatiza la necesidad de contar con el INLA, su objetivo está más allá de la coyuntura y es delinear y llevar adelante políticas y estrategias de mediano y largo plazo.
Con este espíritu, diputados/as de distintos bloques presentamos el proyecto de ley que propone la creación del Instituto Nacional del Libro Argentino, una instancia participativa con autonomía y autarquía dentro del Estado que contempla al conjunto de los actores y a sus interrelaciones desde una perspectiva sistémica. Del autor al librero, pasando por el editor, las imprentas y los distribuidores, y por un número de profesiones menos visibles pero centrales en la producción de libros, como los traductores, correctores, diagramadores, diseñadores y representantes comerciales.
El INLA propiciará el desarrollo de políticas para la difusión y distribución del libro en todo el territorio del país, así como para promover y garantizar el acceso igualitario al libro y la lectura. Será también su tarea contribuir al afianzamiento de los derechos de autores, traductores y diferentes actores que intervienen en el circuito del libro.
Porque si la producción cultural y el acceso al libro son derechos, es el Estado el que debe garantizarlos. A través de una intervención activa e inteligente, el Estado tiene un papel decisivo que jugar en la creación de condiciones favorables para el desarrollo de obras de calidad que no se limiten exclusivamente a la búsqueda de un rápido éxito comercial y garanticen el principio de bibliodiversidad, clave para una producción y circulación democrática de las ideas y valores de una sociedad. Y por otro lado, debe asegurar la federalización en la producción y circulación, ya que la mayor parte de autores, editoriales y librerías actualmente están ubicados en la Ciudad de Buenos Aires. Todos temas de absoluta relevancia como para quedar únicamente a merced del mercado.
Este proyecto ha sido formulado teniendo en cuenta las fortalezas y debilidades de las experiencias de creación del Instituto Nacional del Cine y Artes Audiovisuales (INCAA), del Instituto Nacional de la Música (INAMU) y del Instituto Nacional del Teatro (INT), de la experiencia positiva de institutos públicos del libro en distintos países y del diálogo con representantes de todos los sectores del libro en Argentina.
Entre las voces que se escucharon en la audiencia pública tuvieron especial impacto las de Claudia Piñeiro y Daniel Guebel. Planteó con crudeza Piñeiro: «Muchos hablan con hipocresía de la importancia de la lectura y del libro. Como sociedad ¿creemos que leer es un valor? ¿Creemos que si propiciamos la lectura tendremos mejores ciudadanos y una mejor democracia? Si de verdad lo creemos, no podemos ser hipócritas y no tenemos más remedio que proteger el libro con leyes concretas y puntuales y proteger a todos los actores de la cadena del libro. Yo no he perdido la confianza en el libro, es tan importante -si llega al lugar adecuado- como el alimento o un medicamento». Complementó Guebel: «Tendríamos que apostar a la creación del INLA, una secreta y minúscula conspiración para que el arte de la escritura reciba de nuevo atención para dicha nuestra y de las generaciones futuras. Somos a la vez un país demasiado pobre y demasiado importante como para darnos el lujo de no tener este Instituto».
Coincidiendo con ambos escritores, el rápido tratamiento y sanción del proyecto del INLA pondrá de manifiesto si, más allá de los discursos, efectivamente nuestros/as legisladores/as consideran que la lectura y el libro son protagonistas claves de la construcción de una ciudadanía más crítica y democrática.
El autor es diputado nacional. Ex ministro de Educación.