Artículo publicado en Crónica.
Por Daniel Filmus *
“Sabemos adónde vamos y sabemos adónde no queremos ir o volver”, planteó con firmeza Néstor Kirchner en el Congreso el día que asumió la Presidencia de la Nación. Por su vigencia, el discurso que pronunció aquel 25 de mayo de 2003 parece haber sido escrito para el momento actual. “No se puede recurrir al ajuste ni incrementar el endeudamiento. No se puede volver a pagar deuda a costa del hambre y exclusión de los argentinos, generando más pobreza y conflictividad social… los acreedores tienen que entender que solo podrán cobrar si a la Argentina le va bien”, advirtió el presidente que condujo al país hacia la “salida del infierno”.
Como hoy, hace 16 años la Argentina transitaba una profunda crisis socioeconómica, con niveles de desocupación, pobreza y destrucción del aparato productivo sin precedentes desde el retorno a la democracia. Sin embargo, Néstor no se amparó en descargar las culpas en los gobernantes anteriores por la grave situación.
A pesar de haber accedido al gobierno solo con el 22% de los votos, lo que le otorgaba plena legalidad institucional pero no la legitimidad política que le hubiera conferido una segunda vuelta electoral, supo construir mayorías, miró hacia el futuro y convocó a los argentinos y argentinas a recuperar la autoestima para emprender el desafío de la reconstrucción del país.
Durante su gobierno, la apuesta a la producción, el trabajo, el crecimiento sustentable, el mercado interno y la educación, la ciencia y la tecnología para agregar valor a la producción nacional permitió que el país iniciara la etapa de crecimiento más importante de las últimas décadas. Pero hubo un rasgo distintivo en el modelo de desarrollo llevado adelante en esos años: por primera vez desde el golpe de Estado de 1976, el crecimiento fue acompañado por un proceso de distribución de la riqueza que redujo fuertemente la desigualdad que atravesaba la estructura social argentina.
Además, Kirchner estaba convencido de que nuestro destino estaba íntimamente vinculado al de los países de la región. Por eso, desde el primer momento trabajó denodadamente por la integración y la cooperación entre nuestras naciones. La consolidación del Mercosur y el impulso a la creación de la Unasur, de la que fue su primer presidente, ocuparon un lugar central en su agenda. Promovió la consolidación de un bloque sudamericano, vital para una integración regional independiente de los centros de poder internacional.
La educación, la ciencia y la tecnología, prioridades estratégicas
Desde el comienzo de su gestión, la educación ocupó un lugar central en sus preocupaciones en el convencimiento de que jugaba un papel central en el nuevo modelo de desarrollo productivo del país. Por eso el primer día de su gestión tomó una decisión sin precedentes en la historia argentina: disponer que el Gobierno Nacional contribuya con recursos propios a saldar las deudas de las provincias con los docentes para garantizar el derecho a la educación de nuestros chicos a partir del normal funcionamiento de las clases. Al día siguiente, Néstor volvió a sorprender al país cuando decidió viajar a Entre Ríos para firmar personalmente el acuerdo con los gremios y permitir que, luego de más de 90 días de huelga, comenzara el ciclo lectivo.
Aquellas primeras acciones fueron un hito que marcó a fuego la dirección que iba a imprimir a su gobierno. Para Kirchner, la escuela y la universidad jugaban un rol fundamental en torno a la construcción de la identidad nacional, la democracia participativa, la justicia social y la productividad económica. Sabía que se trataba de un proyecto a mediano y largo plazo, que no dependía solo del gobierno de turno.
Este compromiso quedó plasmado en leyes que requirieron mucho debate y una gran concertación. Estas normas sentaron las bases fundamentales sobre las cuales se debía edificar el sistema educativo argentino. A través de la llamada “ley de los 180 días”, se amplió la extensión mínima del ciclo lectivo nacional, además de garantizar el pago e incrementar el incentivo salarial docente. La ley de financiamiento educativo permitió duplicar la inversión y llevar por primera vez al 6% del PBI el aporte público al área. A esas normas se sumaron la ley de educación técnica, la de educación sexual y la de educación nacional, que se convirtieron en algunos grandes legados que dejó el gobierno de Néstor Kirchner en el área.
En la misma dirección, se preocupó por el fortalecimiento del CONICET y de todo el sistema científico-tecnológico nacional con el objetivo de generar el conocimiento que se necesita para garantizar un modelo de desarrollo soberano basado en la capacidad de agregar valor a partir del trabajo y la posibilidad de transformación del sistema productivo argentino.
Un apasionado militante, comprometido con su pueblo
Además de haber sido un apasionado militante, fue un hombre comprometido con la construcción de un país más libre, más justo y con el bienestar de su pueblo; un luchador que nunca se amedrentó frente a las dificultades que tuvo que enfrentar. Supo escuchar el histórico reclamo de las Madres y Abuelas de Plaza de Mayo y trabajó incansablemente para que su demanda de memoria, verdad y justicia se haga realidad con la derogación de las leyes de punto final y obediencia debida y los indultos. Pero también avanzó en la ampliación de derechos para los trabajadores y los sectores históricamente más postergados de nuestra sociedad. Entre tantas enseñanzas que nos dejaron las políticas públicas emprendidas por Néstor, hoy cobran especial vigencia las que adoptó para desendeudar a la Argentina con el objetivo de dotarla de autonomía en la toma de decisiones económicas.
Hace nueve años que Néstor no está físicamente con nosotros, pero su legado sigue más vivo que nunca. Seguramente el gobierno de Alberto y Cristina lo recuperarán para avanzar sobre las asignaturas que aún quedan pendientes para alcanzar la Argentina democrática, soberana y justa que nuestro pueblo reclama. Recordarlo en estos días tan difíciles, donde tanto en el país como en la región y en el mundo parecen predominar gobiernos con miradas excluyentes, mercantilistas y discriminatorias, significa fortalecer nuestra fe en las utopías, nos invita a ampliar nuestros horizontes y nuestros sueños.
* Diputado nacional y ex ministro de Educación (2003-2007).