El ex ministro de Educación durante la gestión del ex presidente Néstor Kirchner destaca que el patagónico dio a «la educación una prioridad estratégica». «Me enseñó que la única razón para ocupar una responsabilidad pública es para trabajar por las utopías», señala en su columna para ElArgentino.com.
Fuente: ElArgentino.com
Conocí a Néstor Kirchner sólo 48 horas antes de convertirme en su Ministro de Educación Ciencia y Tecnología. La situación que vivía el país, y en particular el sistema educativo argentino era profundamente crítica. En siete provincias no había clases producto de los conflictos docentes; entre ellas el caso más grave lo constituía Entre Ríos, que en mayo todavía no había logrado iniciar su ciclo lectivo. Dos de cada tres chicos que concurrían a la escuela eran pobres y casi el 25% padecía hambre. La escuela había dejado de ser una institución pedagógica para pasar a ser un espacio de contención social cuya principal función era la alimentación de los niños.
En su primer día de gestión, Néstor tomó una decisión sin precedentes en la historia argentina. El gobierno nacional contribuiría con recursos propios a saldar las deudas de las provincias con los docentes para garantizar el normal funcionamiento de las clases. En su segundo día, viajó a Entre Ríos para firmar personalmente el acuerdo arribado con los gremios docentes. A la semana siguiente hizo lo mismo con la provincia de San Juan. Estas primeras acciones fueron un hito que marcó a fuego la dirección que iba a imprimir a su gobierno en los siguientes 4 años. Ya desde su discurso de asunción, Néstor propone transformar el papel que la educación venía desempeñando en las últimas décadas cuándo había sido concebida como un instrumento de contención social y de formación de mano de obra para un mercado laboral cada vez más excluyente, segmentado y precario. La educación pasaba a tener una prioridad estratégica en la nueva gestión presidencial.
Kirchner no sólo le inyectó una inversión económica fabulosa, sino que le dio un sentido en base a las premisas de identidad nacional, democracia, justicia social y productividad económica.Esta decisión y su concepción respecto del papel central de la educación en la construcción del nuevo modelo de país, fue el factor determinante para avanzar en la aprobación de un programa a mediano y largo plazo, expresado en un conjunto de siete leyes que enmarcaron el ideario educativo de Kirchner, y que continuó y profundizó el gobierno de Cristina Fernández.
La primera de ellas colocó al Estado Nacional como garantía del pago del salario docente, y fue conocida como «Ley de los 180 días». La segunda ley enviada por el Ejecutivo tuvo como objetivo garantizar el pago del incentivo salarial docente e incrementarlo en un 50%, luego la Ley de Educación Técnica y de Formación Profesional recuperó el rol de la escuela técnica y otorgó un incremento de 15 a 290 millones de pesos en el presupuesto para el área.
Después vinieron la Ley de Protección Integral de los Derechos de las niñas, los niños y los adolescentes y la ley de Financiamiento Educativo que previó un incrementó el presupuesto educativo del 4 al 6, 4% del PBI, el más alto de la historia Argentina. Sólo el liderazgo y la convicción política de Néstor Kirchner pudieron hacer real la posibilidad de duplicar la inversión en educación en tan sólo 5 años. La Ley de Educación Sexual y Salud Reproductiva abrió un debate largamente postergado y finalmente se aprobó la Ley Nacional de Educación, fruto de un amplio debate en el que participaron más de 3 millones argentinos (quizás el más amplio de la historia) y en el que se alcanzó un alto grado de consenso sobre el texto enviado al Congreso Nacional. Esta ley es el instrumento legal para que se cumpla el derecho inalienable a que todos los argentinos accedan a una educación de calidad.
En estas palabras querría destacar el apoyo permanente de Kirchner al conjunto de políticas que fuimos llevando adelante en el Ministerio en los años en que él presidió el país. Cuánto más innovadoras y dirigidas a quienes menos tenían, más recibían su apoyo y ameritaban su seguimientoEl plan de construcción de las 700 escuelas, la masiva compra de libros y materiales escolares, el otorgamiento de más 500.000 becas escolares de educación media y la apertura de opciones educativas para niños de educación inicial y adultos excluidos, son algunas de las estrategias llevadas adelante para atender las urgencias producto de años de desinversión y la crisis de principios de siglo.
La campaña de alfabetización, la distribución de millones de libros, la creación de cientos de escuelas, el aumento constante del número de investigadores y becarios al CONICET, la jerarquización de la formación docente, el trabajo para mejorar la articulación de las universidades con el mundo productivo y la utopía convertida en realidad a través de la creación del canal de televisión Encuentro, fueron acciones apoyadas y acompañadas personalmente por Néstor Kirchner. Jamás le gustaron las reuniones burocráticas con los funcionarios, pero jamás faltó a un acto donde a través de una acción educativa reparáramos una injusticia social.
Escribo estas líneas y me parece verlo emocionarse ante el testimonio de una abuela que al alfabetizarse, por primera vez podrá corregir la tarea escolar de su nieto. O compartir la conquista de autoestima y dignidad que expresa un trabajador que después de mucho tiempo de desocupación, ha conseguido empleo por haberse capacitado profesionalmente. O sumergirse en un enjambre de niños con guardapolvo blanco que pugnan por agradecerle una nueva escuela con un beso. Lo veo donde siempre quiso estar, recibiendo el cariño de la gente, de su pueblo, cariño que recibía en su cuerpo en forma de beso, abrazo, apretujón, pero siempre con la gente, aunque duela.
No puedo terminar este artículo sin expresar la profunda gratitud y admiración que siento por Néstor. Gratitud porque me permitió recuperar la capacidad de creer en las utopías y me enseñó que la única razón para ocupar una responsabilidad pública es para trabajar por ellas. Admiración por su capacidad, energía, voluntad y coraje para enfrentar los desafíos más difíciles sustentados por las convicciones más profundas. Gratitud y admiración que exigen reafirmar el compromiso de seguir trabajando y apoyando a Cristina, para seguir luchando por los ideales por los que Néstor Kirchner dio su vida.