Por Daniel Filmus
La intervención de Cristina en la inauguración del Cuartel de Bomberos en el predio del Club Albariños puso una vez más en evidencia la naturaleza de las profundas diferencias que poseen los 2 modelos en pugna que se enfrentarán en las elecciones del 2011.
Estas diferencias se manifestaron con toda claridad desde el propio inicio del conflicto del Parque Indoamericano. Para el Jefe de Gobierno Mauricio Macri, se trató de un movimiento atribuible a los inmigrantes de países limítrofes y encabezado por «punteros» políticos afines al gobierno nacional. Proclamó una y otra vez que la situación merecía como única respuesta la represión policial, aunque ello significara el riesgo para la vida de las familias que participaron de la toma. El Gobierno Nacional en cambio, planteó que aún reconociendo la existencia de quienes especulaban política y lucrativamente con el movimiento, se trataba de una demanda social por el abandono de la zona y la falta de una política habitacional y de urbanización de las villas por parte del Estado de la Ciudad. Enfatizó y acompañó con una salida negociada sin violencia, la convicción sustentada desde el 2003 de que no se debe reprimir violentamente la demanda social.
Dos tipos de liderazgo se pusieron en cuestión en ese momento. El ingeniero Macri, probablemente sostenido por el resultado que mostraban las primeras encuestas, apeló a los sentimientos más xenófobos y discriminadores de la población y, contrariando lo que muestran los resultados del Censo del 2011, aprovechó la situación para adjudicar la responsabilidad a la política migratoria del Gobierno Nacional. Como si fuera el presidente de una ONG, o gerente de una empresa privada vociferó que el Estado había estado ausente, olvidándose que él mismo conduce el Gobierno que debía hacerse cargo de la situación. Cristina, en la dirección contraria, apostó a los sentimientos más nobles, integradores y solidarios de nuestro pueblo y, sin mirar las encuestas, inmediatamente señaló que Argentina no se iba a inscribir en la lista de países que discriminan a los inmigrantes, criticando a los gobiernos que hacen lo mismo con nuestros compatriotas.
La evolución de los acontecimientos le dio la razón a la perspectiva que propuso nuestra Presidenta. Con enorme esfuerzo se logró una salida negociada sin violencia que, en el caso particular del Club Albariños, fue acompañada por una precisa intervención de la Justicia. No hubo que lamentar la pérdida de ninguna vida más. Los porteños comprendieron su mensaje, por eso las encuestas posteriores mostraron un alto nivel de acuerdo con la solución encontrada. La verdadera conducción política muchas veces exige no hacer «seguidismo» de la supuesta «opinión pública» y aceptar la salida aparentemente más fácil, sino como puso en práctica Cristina, apostar a que la voz de quien lidera pueda orientar las concepciones del pueblo. Se trata, como decía muchas veces Néstor, de no hacer lo «políticamente conveniente» sino lo que es justo hacer, lo ideológicamente correcto.
Ahora bien, después del desalojo ( y como señaló Cristina, que en enero los tomadores de tierras se fueran de vacaciones) el Gobierno de la Ciudad limpió ante las cámaras el terreno, persiguió algunas de las víboras que los chicos del Indoamericano no lograron cazar y cuando se apagaron los focos de la TV, volvió a abandonar la zona. El Gobierno Nacional en cambio, entre otras iniciativas, apoyó a las familias que retornaron a sus hogares, lanzó un importante plan de vivienda en consonancia con lo que viene haciendo en todo el país y en poco más de 1 mes inauguro la nueva estación de Bomberos de la Policía Federal como una excelente iniciativa de nuestra flamante Ministra de Seguridad Nilda Garré.
Es en este proceso que se basa la autoridad de Cristina para plantear los conceptos que expresó el pasado jueves en Albariños. La reivindicación de que de la mano de la Constitución y de la Ley se pueden resolver los conflictos sociales sin acudir a la represión violenta; la convicción de que la seguridad se asienta sobre la «acceso de todos a la a los servicios básicos de la ciudadanía; salud, vivienda, educación y trabajo registrado y estable», una definición clara respecto de la distribución de responsabilidades entre las policías federal y metropolitana y la apelación a que quienes reclaman no deben violar la Ley y respetar el derecho de todos, son algunos de los elementos que permitieron delinear el concepto de democracia que venimos construyendo los argentinos.
Estamos en un momento en que los sectores conservadores y neoliberales intentan aglutinar y conformar de la mano de Macri, Duhalde, De Narvaez y otros, una fuerza política defensora a ultranza de las corporaciones y del orden autoritario y represivo. Es por ello que las causas, el proceso, desarrollo y solución del episodio de las tomas de fin año son un buen ejemplo de las características de los 2 modelos en pugna. Y es por eso también que para quienes venimos trabajando en el actual proyecto nacional, el ejemplo de Albariños nos compromete a seguir militando para que la Ciudad Autónoma de Buenos Aires avance en la misma dirección de crecimiento, distribución de la riqueza y condiciones de vida digna para todos que la Nación ha emprendido desde el 2003.