Discurso de Daniel Filmus en la 194 reunión del Consejo Ejecutivo de la UNESCO

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Quisiera comenzar felicitando a la Directora General por su reelección al frente de la UNESCO, que pone de relieve el fructífero trabajo que viene llevando adelante y saludar al Presidente del Consejo Ejecutivo Mohamed Amr y expresarle nuestros mejores deseos para su  futuro desempeño.

La UNESCO transita momentos difíciles. La compleja situación financiera de nuestra organización nos ha obligado adoptar recientemente una resolución que permite realizar severos ajustes en materia de personal, tanto dentro como fuera de la sede.

Para que esta reestructuración no perjudique su trabajo debe contribuir a un mejor posicionamiento de la Organización en el sistema multilateral y a tener un mayor impacto sobre el terreno. De ninguna manera debe perder el liderazgo mundial en el debate intelectual y la acción concreta por la educación, la cultura, la convivencia y la paz.

Por ello, le solicitamos a la Directora General analizar especialmente el tema de las oficinas regionales que en el caso de Latinoamérica y el Caribe se han visto severamente afectadas al punto que difícilmente podrán desarrollar las actividades encomendadas para nuestra región.

Mi país considera que la crisis no debe dar lugar a la adopción de medidas que perjudiquen la actividad de la UNESCO y, en ese sentido, reiteramos la especificidad, vigencia y pertinencia de los cinco sectores o grandes programas de la UNESCO. Sostenemos nuestra posición respecto del sector de Ciencias Sociales que no debería fusionarse con ningún otro en virtud de dicho mandato.

En numerosas intervenciones en este Comité se ha enfatizado en los enormes déficit que actualmente la humanidad enfrenta en materia educativa. A pesar de los avances obtenidos, hay que ser sinceros, los objetivos del milenio que nos habíamos propuesto para el 2015 están lejos de ser cumplidos. No es verdad que este incumplimiento esté vinculado a la actual crisis financiera global como se suele señalar. En momentos de crecimiento y disponibilidad de recursos, tampoco el mundo y los gobiernos habían invertido lo suficiente como para atender las necesidades educativas de millones de niños, jóvenes y adultos. La falta de inversión educativa no depende de la situación financiera coyuntural, sino de las decisiones políticas que se toman a nivel global y nacional. Cuando hay crisis, se practican fuertes disminuciones presupuestarias en el campo educativo. Pocas veces hay recortes similares para los recursos dirigidos a las armas o al sector financiero. ¿Es que hay alguna prioridad más urgente que atender que los 50 millones de niños fuera del sistema educativo y los más de 720 millones de adultos analfabetos? Es inconcebible que a pesar de los grandes avances científico-tecnológicos y en las nuevas tecnologías de la información y la comunicación, la desigualdad en distribución de los bienes educativos y culturales se acreciente cada vez más. Esta situación condena a grandes sectores de la población mundial a perpetuar sus condiciones de marginalidad.

Insistimos, se trata de decisiones y prioridades políticas. Si no tenemos en cuenta qué prioridades se fijan cuando se distribuyen los recursos, tampoco el post 2015 logrará alcanzar sus objetivos. La UNESCO tiene la obligación de plantear con firmeza y liderar este debate.

En este sentido, Argentina ha decidido en los últimos años duplicar la cantidad de recursos dedicados a la educación. En el último año ha alcanzado al 6,47 % del PBI dedicado a esta área.

La reciente cumbre de la CELAC ha planteado con claridad en su reunión realizada en La Habana que para América Latina y el Caribe, el incremento de la inversión en el área educativa y social constituye una estrategia central para la construcción de sociedades más democráticas, integradas e igualitarias.

Pero la humanidad no necesita de la educación sólo para generar mayores niveles de igualdad, integración social y de productividad laboral. También necesita de su papel en la difusión entre las nuevas generaciones de los valores que dieron razón de ser a la UNESCO. Existe hoy en el mundo, inclusive en muchos países que muestran elevados índices educativos, graves situaciones de discriminación, intolerancia y racismo, también en sus sistemas educativos. Observamos con alarma los hechos de violencia simbólica y material que se desarrollan contra minorías migrantes, religiosas y de género en diversas regiones del mundo. Esta violencia nos recuerda la intolerancia de los peores momentos de la historia de la humanidad. El concepto de calidad educativa debe incluir necesariamente la formación en valores humanistas. La UNESCO debe seguir liderando el trabajo para una educación donde los niños y jóvenes sean los baluartes de la construcción de sociedades donde se privilegie la integración, la solidaridad, la convivencia entre los pueblos y la paz.

La reflexión y el debate sobre los valores universales de la libertad, de la democracia, de la educación, del trabajo, de la inclusión social y del respeto por los Derechos Humanos, deben ser un vector que inspire nuestros trabajos. Para mi país los DDHH constituyen una política de Estado y debo anunciar con gran satisfacción que, el 16 de enero de 2013, entró en vigor el Centro Internacional de la UNESCO para la Promoción de los Derechos Humanos (CIPDH) en la sede de la ex ESMA, centro clandestino de detención durante la dictadura militar, constituyendo el único de este tipo en Latinoamérica  que trabajará para salvaguardar los principios democráticos y los DDHH tantas veces amenazados en nuestra región.

Señor Presidente, la Convención sobre la protección del Patrimonio Mundial ha creado conciencia global sobre nuestro patrimonio cultural y natural. La Asamblea General de los Estados parte, celebrada en noviembre de l 2013, nos dio un mandato para tener un Comité de Patrimonio Mundial con una distribución equitativa regional más justa, así como un proceso de  evaluación más inclusivo y transparente que contemple la inclusión de todas las regiones del mundo.

En ese sentido, mi país desea destacar el proceso de nominación del Qhapac Ñan, sistema vial andino, a la lista del Patrimonio Mundial de la UNESCO, recogiendo las aspiraciones de integración de nuestros pueblos.

Asimismo, quisiera recordar que, en materia de política cultural, la Cancillería argentina ha impulsado el “Programa de la voz de los sin voz”, destinado a promover las culturas de los pueblos originarios y la negritud en Latina América y el Caribe contribuyendo a una mayor inclusión social en los sectores menos favorecidos de nuestras sociedades.

El programa MOST debe reforzarse y convertirse en un referente de innovación y transformación, y en un ejemplo para la investigación. Dicho programa debe constituirse en el motor principal en la elaboración de políticas públicas de inclusión social.

Deseo terminar la intervención reafirmando que Argentina apoya fuertemente y tiene confianza en la visión fundada en el nuevo humanismo que alienta la Directora General y que viene encabezando la acción de la UNESCO de los últimos años. Seguiremos trabajando para que se convierta en realidad.