“Recuperar la integridad territorial”

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Filmus explica que la secretaría fue creada por la Presidenta para “poner en evidencia la importancia que tiene en la política nacional la pelea por el ejercicio de la soberanía en Malvinas”. En diálogo con Página/12, adelanta cuáles serán sus líneas de trabajo.

Entre asuetos y feriados de fin de año, Daniel Filmus terminó asumiendo en la flamante Secretaría de Asuntos Relativos a las islas Malvinas recién el lunes pasado, aunque en los hechos ya trabajaba desde su designación el 20 de diciembre. Por ahora ocupa provisoriamente una oficina en el piso 13º de la Cancillería, el mismo en el que tiene su despacho Héctor Timerman, mientras le acondicionan una definitiva en el piso 14º. El nombramiento echó por tierra sus planes previos de vacaciones, por lo que ahora se conforma con escapadas de fin de semana a Valeria del Mar. Desde allí, detalló a Página/12 sus planes para la nueva secretaría. Adelanta que no se plantea una nueva estrategia, sino que apuntará a profundizar lo trabajado en los últimos tiempos por Timerman y Javier Figueroa, un diplomático de carrera que ocupaba la Dirección general de Malvinas y ahora será su subsecretario.

–¿La creación de una secretaría para Malvinas fue una iniciativa suya o una propuesta de la Presidenta?

–Fue una iniciativa de Cristina con el objetivo de poner de relieve la importancia que le da al tema Malvinas este gobierno en el contexto de las relaciones exteriores.

–¿No es llamativo que se cree una secretaría específicamente para tratar un tema?

–Justamente, la decisión de la Presidenta busca poner en evidencia la importancia que tiene en la política nacional la pelea por el ejercicio de la soberanía en Malvinas. Está claro que a partir de esta decisión lo que busca la Presidenta es profundizar las líneas de trabajo que se vienen llevando a cabo desde 2003 en adelante, que modificaron las estrategias de la década de los noventa.

–La creación de la secretaría y su designación tuvieron repercusión en la prensa británica. ¿Qué le pareció el sondeo que realizó el diario The Daily Telegraph, en el que la mayoría de sus lectores opinó que las Malvinas debían volver a la Argentina?

–Dos años antes el mismo diario había hecho una encuesta con preguntas parecidas y, aunque en menor proporción, también la mayoría decía que la soberanía debía recaer en la Argentina. Hay un sector muy importante de la opinión pública británica, fundamentalmente los jóvenes, que quiere romper con el acervo colonialista que tiene el Reino Unido. También hay otro sector de la opinión pública que considera que no es necesaria la presencia militar en el Atlántico Sur y que lo que generan las Malvinas es una justificación para una inversión enorme en la cuestión militar que en épocas de crisis económica, como la que se está viviendo en Europa, no tiene ningún sentido. Con todo, no es que esto cambie la posición argentina, que está basada en la justificación histórica y jurídica de nuestro reclamo. Pero nos parece que el gobierno británico también debería escuchar esta posición de su población.

–¿Cuál será la estrategia de su secretaría para conseguir que los británicos se sienten a dialogar?

–No vamos a empezar nada nuevo, sino que vamos a continuar las líneas de trabajo que viene llevando adelante la Cancillería. Se viene desarrollando desde 2003 una perspectiva –a través de los distintos cancilleres y ahora con Timerman– que vamos a profundizar, que tiene que ver con tres líneas de trabajo muy importantes. Una, donde hemos logrado enormes avances, tiene que ver con lo que podemos llamar el trabajo diplomático concitando apoyos –algunos ya estaban, otros son relativamente recientes– a la posición argentina del cumplimiento de la resolución 2065. Las que estaban tenían que ver fundamentalmente con América latina, Mercosur, Unasur y ahora se ha incorporado la Celac, incluyendo varios países del Caribe angloparlante, algunos integrantes del Commonwealth. Luego se sumaron la resolución de la Comunidad de Federaciones Africanas y los avances que hubo en las posiciones de los países asiáticos. Todas en apoyo del cumplimiento de la resolución de las Naciones Unidas. Es decir, no es apoyo a la soberanía argentina sino al diálogo. Vamos a trabajar muchísimo para que no haya ninguna reunión internacional en la cual no se adhiera a este reclamo, como lo hizo el año pasado el G-77 más China.

–Pero, pese a este gran respaldo internacional que consiguió la posición argentina, el gobierno británico no modificó su postura. ¿Se puede esperar que en el futuro cambie?

–Por eso hablamos de un conjunto de acciones. La primera es ésa. La segunda también es muy importante, y ahora tenemos nuevas herramientas con la ley que se aprobó en el Senado hace pocos días, que tiene que ver con impedir que los recursos naturales en el Atlántico Sur, que nos pertenecen, sean llevados por los ingleses. Porque cuando uno imagina el interés británico en la región seguramente está el de la base militar, pero hay dos más: los recursos ictícolas e hidrocarburíferos y la proyección de Malvinas sobre la Antártida. En este tema tenemos nuevas herramientas para impedir e iniciar juicios, no sólo administrativos, sino también penales, a quienes se lleven las riquezas de nuestro mar.

–La ley generó la reacción del gobierno británico.

–¿Qué empresa va a querer explorar hidrocarburos si eso le va a significar un juicio? Las grandes empresas ni siquiera están intentando ingresar a Malvinas por su interés en Vaca Muerta y en el petróleo de la zona. Hubo una muy buena resolución de la Organización Latinoamericana de Energía (Olade) solidarizándose con la posición argentina, con lo cual hay una idea para que se pueda avanzar en esa dirección con todos los países de América latina.

–Hace poco trascendió que empresarios de las islas habían ido a Brasil para atraer inversionistas. ¿Hay preocupación por la posibilidad de que consigan socios en la región?

–No, en América latina no van a encontrar socios. Y ninguno de los grandes jugadores mundiales del tema del petróleo va a entrar en Malvinas con este riesgo. Además, hay un tercer elemento que tiene que ver con el riesgo ambiental. Sabemos que sin apoyo del continente el riesgo de algún tipo de derrame o pérdida ahí es enorme, lo del Golfo de México es un antecedente importantísimo. Esto incluye un área que tenemos que desarrollar más que tiene que ver con la investigación científica, principalmente marina, para que el Atlántico Sur sea un espacio de biodiversidad. Vamos a alentar también la creación de grupos de apoyo a la causa argentina en diferentes países, como hemos hecho con reuniones regionales en el último año. Y en donde puede haber más novedades es en el desarrollo y divulgación del tema Malvinas en la Argentina misma. Va a haber un área de las direcciones que vamos a crear que tiene que ver con la difusión y consolidación de la conciencia respecto de Malvinas en el país.

–Vamos a las críticas que se plantean a la posición argentina. Un grupo de intelectuales, tiempo atrás, cuestionó que no se tuviera en cuenta la opinión de los isleños. ¿Cree que se los debería tener en cuenta?

–La política que lleva adelante Argentina desde 2003 en adelante no ignora a los isleños, entre otras cuestiones porque la Resolución 2065 dice que la negociación bilateral entre los países tiene que tener en cuenta los intereses de los habitantes de las islas. La Constitución argentina habla muy claramente, en una cláusula transitoria, de respeto al modo de vida de los isleños de acuerdo con la legislación internacional. Pero lo que plantea claramente la resolución de las Naciones Unidas es que no es un caso de autodeterminación, sino de colonialismo basado en la integración territorial. Acá no hay un pueblo colonizado, porque el pueblo que vivía en Malvinas lo retiraron de las islas, sino que hay una apropiación de una parte del territorio argentino. Por eso, la ONU plantea una negociación bilateral y los ingleses, entre 1966 y 1982, mantuvieron esa negociación. Por eso se diferencia entre intereses y deseos de los isleños, porque la tierra en la que viven pertenece a Argentina por razones históricas y jurídicas. Parece insólito que la misma Inglaterra, que negociaba con la dictadura, después de 30 años de democracia, no se siente a dialogar.

–Otra crítica, más pragmática, considera que si Argentina aceptara las condiciones británicas podría incluso avanzar en una explotación petrolera conjunta.

–Argentina no tiene un interés económico en Malvinas, sino que el interés es recuperar la integridad territorial. No concebimos que en pleno siglo XXI haya una nación que, por tener mayor presencia militar, pueda apropiarse de una parte del territorio de nuestro país. El nuestro es un país incompleto hasta que pueda recuperar el territorio de las Malvinas, eso es un tema central. El gobierno de Néstor y el de Cristina Kirchner tienen mucha autoridad para demandar la discusión en el tema Malvinas porque han sido gobiernos que han tenido también una posición anticolonial, de autonomía y de soberanía en el conjunto de los aspectos. Han recuperado soberanía en la política exterior, la económica, la producción. Es decir, que tienen la autoridad para este reclamo que no sabemos qué tiempo va a llevar. Lo que estamos seguros es de que, tarde o temprano, el diálogo bilateral y la recuperación del ejercicio de soberanía van a existir.